viernes, 30 de diciembre de 2011

Centeno, El Mago de la Saeta



Transcripción de la entrevista hecha a Centeno por el periodista Galerín para el LIBERAL, donde le arrancó datos muy valiosos.


Torero, Banderillero, Matador, Cantaor de flamenco Saetero y Cantor de Iglesias. El hombre que ha vivido más equivocado del mundo. Las saetas flamencas y las saetas finas. Los flamencos sentimentales. Cantaor fino sin duendes. Seis saetas, quinientas pesetas cada una.

Terminaba Centeno, el famoso cantaor de saetas de ser ovacionado por el publico del Teatro del Duque, al cantar con portentosa voz tres coplas en el imitable primer cuadro de la revista “Es mucha Sevilla,” y se nos ocurrió decirle: ¿vamos a hacer una interviú para El Liberal?

-Por mí, encantado, pero yo no soy nadie. Yo soy un equivocado desde que nací, ¿qué voy a decir yo.?

-¿Cómo un equivocado.? ¿A ver cómo nos aclara usted eso?

-Lo que se llama un equivocado. Verá usted, de chipelín decían en mi casa que yo era un buen colegial, un buen estudiante... Pues yo hacía rabona cinco días a la semana. Me meten a trabajar de taponero y se empeña el maestro en decir que yo iba a ser un fenómeno; bueno pues no aprendí el oficio. Me da la afición al toreo y salgo el año 1907 como banderillero. Verme la gente y decir “ aquí hay un matador de toros” todo fue uno. Ese mismo año marcho a Méjico con mi tío “José Centeno” que fue gente en el toreo, y estoy allí un año. Regreso y debuté en Sevilla. De estas corridas sacan mis amigos la impresión de que yo no soy banderillero ni matador, sino un buen torerito. Y desgraciado del que le digan que es un buen torerito. Hay que ser torero a secas, no toreador ni torerito. ¡Como no sea torerazo, malo!

-Bueno; ¿ pero usted no cantaba?

-Ni la hora. Yo empecé a cantar en un día raro. Era torero. Tenia mi coleta y todo. Llegué a mi casa a la hora en que se suele almorzar, y aquel día no había de qué. Con mi coleta, con cuerpo para pensar en otra cosa, en vez de pensar me puse a cantar tarantas y granainas y fuera por que tenia el cuerpo vacío, o por que cantara con más sentimiento aquel día, lo cierto es que escuché más de una vez decir que “ me las podía buscar por el cante,” y decidí buscármela. Y aquí está otra vez el hombre equivocado. Yo cantaba y canto bien las tarantas, la farruca, fandanguillos y otros cantes de la tierra... Pues no señor, se empeña la gente en que mi cante es la “saeta” y aquí me tiene usted cantándole al Señor en Agosto.

-¿ Usted no ha tenido maestro, no ha escuchado los clásicos del cante?

-Mi maestro ha sido un fonógrafo. Ponía placas de los mejores cantaores. Siempre he querido copiar a Chacón que es el que mas me gusta. Los demás cantaores siempre enseñan.

-¿ Y desde cuando canta con preferencia “saetas”?

-Desde hace cuatro años, que cantaba en Trianerías. Ya me decidí y salía a los balcones, al Club Belmonte. La saeta es mucho mas difícil que los demás cantes corrientes.

-¿ Se cobra mucho por las saetas.?

-Yo he logrado ya cantar seis distintas y cobrar por cada una quinientas pesetas. Las que están en el fonógrafo. Quieren que siga impresionando; pero no dan dinero apenas. Y el cante en conserva debe ser más caro que al natural, ¿no le parece a usted?

- ¿ Y en las iglesias también canta ahora?

- En San Juan de la Palma, porque son muy amigos míos.

Me hacen cantar hasta en latín unas frases que yo no sé lo que quieren decir, no sale mal, y eso que canto con “armoniún” y orquesta. Pero me gusta mas la saeta, yo creo que es más religiosa.

- ¿ Nos quiere usted cantar bajito varias saetas de las de su repertorio?

-Porque no. Vea usted esta que le canto al Cristo del Calvario, ese paso tan triste que salía de San Idelfonso y ahora sale de la Magdalena. Le canto en el estilo antiguo. Antes del verso sabe usted que se empieza con una palabra, por ejemplo así:

¡ Calvarioooo! Desde el Calvario se oía,

el eco del moribundo, que en sus lamentos decía,

me encuentro solo en el mundo, perdóname, Madre mía.

-Vea usted esta otra que yo le canto al Gran Poder, en el estilo fino, que no es flamenco, sino una saeta fina:

Donde vas lindo clavé caminando buen Jesú,

Tres veces te vi caer, ya no puedes con la Crú,

Siendo tú er Gran poé.

-Hay que no terminar las palabras, porque si no, salen las saetas cursis. Vea usted esta otra, en estilo flamenco, que se puede acompañar en la guitarra, como cualquier otro cante de la tierra:

El mas preciado clavé, el mas justo redentó,

el que tiene mas poé, eres mi Padre y Señó.

Y luego, con toda la voz que se tenga, se añade este otro verso:

¡ Es jesús der Gran Poé....!

- Y yo le añado todavía este estribillo:

Como eres Pare del alma y ministro de Cristo,

Tronco de Nuestra Madre Iglesia Santa,

Y arbol del paraíso.

En el penúltimo verso se pone toda el alma, y por eso emociona tanto.

-¿ Y coplas a la Virgen ?

-De esas se cantan más. Vea usted esta que yo le canto a la Virgen de la Amargura, de San Juan de la Palma. La letra es de un hermano, don José Lecaroz. El tono es por seguirillas:

Por esa expresión llorosa Amargura te pusieron,

Eres escultura hermosa que el arte y la fé esculpieron,

por inspiración gloriosa.

-Yo le he añadido el estribillo que ha oído usted antes, cuyo principio es así:

- Como eres la Virgen de la Amargura

y mare de Cristo,

tronco de la... etc.

-¿Tiene usted alguna saeta para todas las hermandades ? Esto es, que no se dirija a determinada imagen.

-Sí señor. Esta de Virgen, en estilo antiguo, sin gorgoritos.

La Virgen subió a los cielos toita cubierta de estrellas,

A cambiá su manto azú por uno de sea negra

Para el luto de Jesú.

-¿ De quién es esa letra ?

-¡ Vaya usted a saber! A mi me gustan maáas letras que oigo en la calle. Vea usted esta que yo le canto a la Esperanza de la Macarena:

Nació en San Gil una flor llena de fragante aroma,

que dio a su barrio esplendor Y que lleva en su corona

la esperanza y el amor.

-Y esta otra, también la canto ante la Esperanza:

Morenita y sevillana de la Macarena flor,

en el cielo soberana, eres la Madre de Dios

estrella de la mañana.

-¿ Usted no empezó a darle lecciones de saeta al tenor Hipólito Lázaro ?

-Yo, no señor. A Lázaro le gustaban mucho mis saetas, y un día me dijo: Yo daría tres o cuatro obras de mi repertorio por cantar así una saeta.

- ¿ Dónde canta usted mejor, entre amigos óoante el publico ?

-Verá usted; no se canta cuando se quiere, sino cuando se puede. Sobre todo en el teatro. En las juergas se va uno entonando y se acaba mejor que se empieza. En el teatro molesta el ruido del telón, la entonación con la orquesta es más difícil que con la guitarra. Es otra cosa. El Gran poder del teatro varía mucho del que está en San Lorenzo. Aquel es de cartón. El bueno impone. Como impone el Cachorro. Yo me impresiono mucho cantando desde un balcón al Cachorro. Parece que me mira, que me va a hablar, que agradece mi copla. Yo al Cristo del Patrocinio le canto esta “saeta”:

Cristo de la Expiración, cuando vas llegando al puente,

hasta las aguas se paran, porque ven llegar la muerte,

siendo el alma de Triana.

-No es muy buena esa “saeta”, Centeno.

-Si las “saetas” no son buenas ni malas. Se encariña uno con una letra y parece que sale mejor. A ver si le gusta a usted esta otra:

¡ Silenciooooo!

-Aquí se echa el resto. Después se recoge de nuevo la palabra y se sigue la copla:

Silencio pueblo cristiano, ahí tenéis al Redentó,

Con esa Cruz tan pesada, redimiendo al pecador,

los tormentos que le daban.

-No es flamenca tampoco esa “saeta”.

-Le advierto a usted que yo me pongo en las tarjetas “cantador fino sin duendes”. ¿Y sabe usted lo qué me dicen los flamencos? “Si no lo sabe”. Verdaderamente el “duende” ese gorgorito sin letra, es muy bonito, pero mi voz no es apropiada para ello. ¿ Usted quiere escuchar “saetas” flamencas ?

-Hombre, nos agradaría.

-Pues escuche usted. Yo no las canto tan bien como los flamencos. Ellos tienen más estilo, le dan más gracia. Vea usted una que le cantan al Cristo los gitanos en tono de “seguirillas”:

En medio San Román estamos, y todos te miramos atentos,

toitos te acompañamos, porque tos semos flamencos.

-Reímos el originalísimo final, y Centeno se apunta esta otra, cantada por un flamenco a la Virgen:

Toitos le cantan ar cristo, y yo a ti te voy a cantá,

porque eres chiquita y bonita, Mare mía de San Román.

-Cantaba esas “saetas” con voz ronca y queda, un “cañí” mientras yo atronaba con mi voz la plaza, y el compañero del flamenco le dice a éste reconviniéndolo:

-Está hoy frío, Manué.

Y le contesta el que cantaba:

-Yo no, Gaspá. Es ese gachó con esa voz que me esbarata.

-¿ No hay mas coplas flamencas ?

-Un millón. Ahí tiene usted esta otra de Manuel Torres, que la canta en un estilo inconfundible. Se la canta a la Virgen de la Macarena:

Maria e la Esperanza, ahí alante llevas a tu hijo,

Lleva los ojos “esparpitaos” de los martirios que ha sufrio,

Y los tormentos que l’han dao.

-Si que es flamenca. Sobre todo no se puede dar mejor idea de dolor que decir que lleva los ojos “desparpitados".

-Pues vea usted esta otra. Yo le cantaba en Triana a la Virgen de la Esperanza. De San Jacinto. Me arranqué con esta letra:

Mare mía e la Esperanza, eres reina soberana,

Eres reina entre las reinas, eres reina de Triana.

-Me dieron una ovación enorme, y cuando se hizo el silencio, se arrancó una flamenca del barrio, con una voz de cristal cantando esta “saeta”:

Toito el mundo ha confesao, que eres tú la mas bonita,

La der coló bronceao, gitana pura y bendita,

por to lo cuatro costaos.

-¡ Frío daba el escucharla ¡ ¿ Usted ha oído una “saeta” más bonita en su vida.?

-Sí que es bonita, Centeno. Con esta se cierra nuestra charla y nuestro rato de cante. Ni una “saeta” más.

Primeros pasos de cantaor (I)


"La suerte me acompañó y de cobrar cinco duros para partir con el guitarrista, pasé a que me dieran mil quinientas pesetas por cantar una saeta desde un bacón sevillano", cuenta Centeno sobre sus primeros pasos en el cante.

"Vino luego el estreno de “La copla Andaluza” y actué con éxito grande muchas noches. Luego actué por toda España y fue para mí una gran alegría ganar en el año 1926 la copa Pavón, en reñida competencia con los mejores cantaores de España, como por ejemplo: Escacena, Cepero, el cojo de Málaga, niño de las Marismas, Vallejo, entre otros, y fuí por una saeta ganador de la copa Pavón."

Al destacar por saetas, a partir de 1922, año que alternó con el Niño Medina, se convirtió en el saetero más solicitado de su ciudad natal, Sevilla, para cantar en los balcones durante los desfiles procesionales de la Semana Santa.

Entre sus actuaciones de 1923, destaca su participación en las plazas de toros de Huelva y Málaga, alternando en la primera con Don Antonio Chacón, cantaor cuya escuela seguía, Manuel Torre, el Gloria y, en la segunda, con Manolo Caracol.

Al año siguiente, en Madrid, forma parte del elenco que representa la obra "Los chatos", de Muñoz Seca, en el Teatro Princesa, interpretando saetas, actuaciones que continua en 1925 compaginándolas con su presencia en el Teatro Romea, donde compite con Manuel Vallejo durante ocho funciones.

En 1926 realiza una gira con uno de los espectáculos organizados por el empresario Verdines, recorriendo la geografía española y finalizando en Barcelona. Al regresar a Madrid en Septiembre, concursa en la Copa Pavón ganando el citado trofeo.

Este mismo año, todavía canta en los madrileños escenarios del Teatro Romea, Monumental Cinema y teatro Fuencarral, en este ultimo reponiendo la obra “Los chatos.” Con otra obra de Muñoz Seca “La mala uva”, actúa en 1927, en el Teatro Alcázar de Madrid.

Lleva a cabo una larga temporada en 1929, en el Teatro Pavón, con la popular obra “La copla andaluza”. También en Sevilla, con la misma obra, en el Teatro Cervantes y en el Teatro el Duque, con Juan García Hierro y Manuel Muñoz ("Niño de los Billares"). También estrenó “Es mucha Sevilla” en el Duque.

Su trayectoria artística sigue su curso en giras con distintos elencos, compañías de comedias, incluso de zarzuelas, grabando discos y siendo cada primavera el intérprete de saetas más cotizado de Sevilla.

Vuelve en 1948 a los espectáculos flamencos con “Fantasía Andaluza”, siendo destacada de esta etapa de su vida artística su participación en los denominados “Toros y Cante” en 1951; “Así canta Andalucía” con Pepe Pinto y la Niña de Antequera en 1954; “Herencia de Arte” con la Niña de la Puebla y el Sevillano en 1955; y “Festival Nacional de Arte Andaluz” con Pepe Marchena en 1958.

José Blas Vega y Fernando Quiñones, en su trabajo “Toros y Flamenco”, resumen así su personalidad artística: "Centeno, cuyo renombre de cantaor llega hasta nuestros días, ya cantaba desde sus tiempos toreros. Se sentía orgulloso de ambas dedicaciones y cantó en su tiempo como uno de los estilistas flamencos más valorados y requeridos, llegando a llamársele el Emperador de la Saeta, aunque dominó muchos otros estilos, según lo atestigua su extensa discografía."